Una foto en blanco y negro me regresa
a recuerdos infantiles renovados,
que daria, por quedarme en ese instante,
y los que ahora han sido ya robados
Navegando ante dichosos remolinos
abnegando unos presentes susurrados
como limosnas de amor se pincelan
en los cielos encarcelados
Caricias de unas manos que en piel arden
encendiendo un alma deambulante
el fuego que todo lo quema
si tu ser está delante
El viento balancea esos árboles
su silbido me acaricia en el oido
quiere que la princesa perezca
cuando recuerde que se ha ido
Un traspiés de alas quebradas
unas notas esperanzadas
unos guiños en la noche
retornos de soledades cantadas
Abraza mi corrompida existencia
que en ese hilo está colgada
acalla los susurros viperinos
en mi larga encruzijada
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